Tercero domingo de la Pascua

“Dios lo Resucito y nosotros somos testigos”

“Estamos celebrando el tempo de Pascua, la fiesta más grande de nuestra fe: tiempo de alegría, tiempo de gozo espiritual, de regocijo interior. Celebramos el triunfo de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, a lo largo de los 50 días, que van del domingo de resurrección al domingo de Pentecostés.
En la primera lectura, Pedro, una figura central en el libro de los Hechos, proclama ante la muchedumbre que el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, el Dios de la historia resucitó a Jesús. Pedro, intenta un dialogo con los judíos de su tempo a través de tres verbos: entregaste, negaste, mataste… “pero Dios lo resucito y nosotros somos testigos”. El, no busca acusar, sino que quiere que las personas se salven, quiere hacer que crean que la muerte no es el fin. Es importante percibir que Jesús no se auto resucita, por su acción o su poder, sino que es la acción de Dios em la historia. El autor tiene por un lado la preocupación de marcar la presencia de Jesús en la comunidad cristiana y por otro, afirmar que Jesucristo tiene una relación con el Dios de Israel. Este Dios tiene una acción en la historia y continua actuando em la Comunidad Cristiana.
La Segunda lectura habla que es por Jesucristo que recibimos el perdón de los pecados, Él es nuestro defensor ante el Padre. Si vivimos los mandamientos, estos nos llevan a amar a Dios y a los Hermanos e Hermanas. Así, rompemos con el pecado y así asumimos su voluntad. El pecado es querer comprender todo desde nuestra propia lógica. El autor nos invita a volver a Dios, a su palabra, y abrirnos a los signos de Dios en la historia y a tener una vida coherente.

El evangelio de Lucas (Lc 24,35-43) la aparición de Jesús a los once y sus compañeros es dividida em tres partes lógicamente coordinadas: los testigos, que al inicio dudan, están finalmente convencidos de la realidad de la resurrección.
En el Evangelio de este domingo, leemos el texto que sigue al relato de los discípulos de Emaús, que llegan a Jerusalén y estaban contando lo que les había sucedido em el camino y como reconocieron a Jesús al partir el pan. Y sigue una interrupción: Jesús e persona se les presenta em medio de ellos y les dice: “La paz este con ustedes”. Con esta interrupción, el autor nos dice que no podemos contar solo con nuestro testimonio, este debe ser interrumpido por la Palabra de Dios, que comienza con un saludo de paz. Este saludo em los textos de la resurrección están en función del bienestar, de la tranquilidad y confianza que Jesús da a sus discípulos.
La presencia de Jesús nos transforma de manera mágica a los discípulos que están llenos de miedo, como si hubieran visto un fantasma: en lo íntimo, las dudas de todo tipo están los que no llegan a creer por causa de la alegría; otros continúan atónitos”, era un hecho difícil para ellos. Los textos oscilan entre el acontecimiento y los tempos de la comunidad de Lucas. Siempre tendremos estos dos tempos, por lo tanto, estas dudas, el espanto y desconcierto se va a mantener siempre. Por eso es importante el testimonio, y el testimonio no es fácil porque no hay pruebas, ellos no tienen como demostrar que Jesús está vivo.
Lo que vemos ante el miedo, espanto de los discípulos, es que eran todo menos unos crédulos, o gente que se pudiera manipular con facilidad. Vemos la resistencia de los discípulos a creer em algo de lo que nunca fueron testigos. Ellos habían sido testigos de cómo Jesús resucito a Lázaro, a la hija de Jairo, al hijo de la viuda de Naim, es decir, aquellos que habían muerto volvieron a tomar la vida que tenían, habían probado la muerte, pero volvieron a la vida. Pero lo que estaban experimentando no era lo mismo, Jesús no regreso a la vida que tenía, Jesús dio un paso a la vida eterna, están haciendo la experiencia de ver el cuerpo glorificado de Jesús. “Jesús no ha vuelto a una vida humana normal de este mundo, como Lázaro y los otros muertos que Jesús resucito. Él ha entrado en una vida distinta, nueva, en la inmensidad de Dios.” (Benedicto XVI).
El texto de Lucas es muy realista, Jesús sabe que su presencia es un hecho difícil para ellos. En este contexto de dudas de los discípulos, el autor muestra la delicadeza y preocupación de Jesús con sus discípulos. Jesús se queda con ellos, les muestra las manos y los pies, señales de su visibilidad humana. El no pide que miren su rostro, sino sus llagas, sus señales. Dice: miren mis señales y me reconocerán, no con los ojos humanos sino con la fe.
Y como persistían las dudas, pide algo de comer. Era preciso dejar claro que no era un fantasma, una ilusión: y que esto ayudara a los discípulos a percibir esta dimensión de lo visible-invisible, para no dejar la duda en la comunidad cristiana.
Que muda en que creamos o no creamos en la resurrección? La presencia resucitada de Jesús dice que esta vida no termina con la muerte, sino que existe una continuidad discontinua. Entonces, ¿qué puedo temer?
Una vez establecida la realidad misteriosa de la resurrección, Jesús se dedica a “abrirles la mente” para que puedan comprender lo que aconteció. Les explica las escrituras judaicas em sus tres partes: la Tora, los Profetas y Salmos. Entonces les dijo: “está escrito que el Mesías tenía que padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día”. Es todo un pasado que gana sentido. Los primeros cristianaos no tenían como explicar la resurrección, lo que ellos tenían eran los anuncios hechos em la escritura judaica. Jesús viene a dar cumplimiento a las promesas hechas a Israel. Esta relectura de la historia será siempre um rasgo del cristianismo.
El fruto de la resurrección es la Paz. Quien cree en la resurrección vive diferente a aquel que no cree. Tiene conciencia que solamente atravesando la muerte puede resucitar. Cuando aprendemos a morir a lo peor de nosotros mismos, a nuestro egoísmos, a los deseos de venganza, revancha, a la falta de perdón y de amor, nace lo mejor de nosotros; entonces, experimentamos la paz, fruto de la conversión, de una vida nueva, resucitada.
“Los que no creen en la resurrección viven agarrados, apegados a las cosas de este mundo, creen que los placeres de este mundo colman su vida”. Santa María Eugenia

Mercedes Frogel

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