QUARTO DOMINGO DE PASCOA 21 DE ABRIL DE 2024

Escuchar a Jesús, el Buen Pastor, y dejarnos guiar por Él

En el tiempo pascual recordamos la entrega total de Jesús por amor a nosotros, su resurrección y su presencia continua en nuestras vidas. Así como la piedra angular sostiene una estructura, Jesús es el fundamento sólido sobre el cual construimos nuestra fe y nuestra vida. Además, como el Buen Pastor, nos guía con su voz amorosa y nos acompaña en cada paso del camino, recordándonos que no estamos solos en nuestras alegrías y desafíos. En este domingo permitámonos pensar ¿Jesús es la piedra angular de nuestra vida, el cimiento sólido sobre el cual construimos nuestras fe y acciones? ¿Le permitimos ser nuestro Buen Pastor?
 
El pasaje de la Primera lectura (Hechos de los Apóstoles 4, 8-12) narra la predicación de los apóstoles después de la resurrección de Jesús. Pedro y Juan son llevados ante las autoridades religiosas y civiles judías después de haber sanado a un hombre cojo en el nombre de Jesús. Pedro, lleno del Espíritu Santo, responde a las autoridades con valentía y claridad, proclamando que la sanación fue realizada en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien ellos crucificaron, pero Dios resucitó de entre los muertos. Este pasaje resalta el testimonio valiente de los apóstoles a pesar de la oposición y el peligro que enfrentaban. También muestra cómo la predicación del evangelio se basa en el poder de la resurrección de Jesús y en su papel único como Salvador. Esta lectura resalta el comienzo del crecimiento de la iglesia primitiva y su enfrentamiento con las autoridades religiosas judías.
 
Pedro en su defensa ante las autoridades, se refiere a Jesús como la Piedra Angular en la vida de los creyentes, ofreciéndonos una hermosa imagen del Resucitado.  Enfatiza cómo Jesús, a pesar de ser rechazado, se convierte en el fundamento sólido sobre el cual se construye la vida cristiana. Su resurrección demuestra que la muerte no es el final, sino que hay una esperanza más auténtica y duradera. Esta esperanza en Jesús proporciona firmeza, seguridad y equilibrio en medio de las experiencias de la vida. Jesús, también nos enseña a integrar todas las dimensiones de nuestra existencia.  
 
El contexto de la Segunda lectura (Primera Carta de San Juan 3,1-2) describe los desafíos que enfrentaban las comunidades cristianas en ese momento. Se enfrentaban a problemas doctrinales, especialmente relacionados con la encarnación de la Palabra eterna de Dios en Jesucristo. Estos problemas doctrinales tenían repercusiones prácticas, como la pérdida de la esperanza en la gloria futura y la disminución del valor del amor fraternal, que Jesús enseñó como fundamental en la Última Cena. La carta recuerda a las comunidades cristianas la importancia de mantenerse fieles a la enseñanza de Jesús y a la tarea cotidiana de vivir el amor fraterno como parte integral de su fe.
 
El texto es una reflexión sobre la identidad y la filiación de los creyentes como hijos de Dios. Destaca el inmenso amor del Padre que nos ha llamado sus hijos, invitándonos a vivir con plenitud esta verdad fundamental. Se resalta la relación de confianza y amor entre los hijos y su Padre celestial, recordando la enseñanza de Jesús de dirigirse a Dios como “Papá” con toda confianza, como quien forma parte de una misma familia. Se acentúa la idea de que en el Reino de Dios somos hijos, y que esta idea de familia debe hacernos repensar y transformar nuestras relaciones y la sociedad. La esperanza cristiana no posterga esta realidad para el futuro, sino que nos impulsa a construir el Reino de Dios aquí y ahora, reflejando el amor del Padre en todas nuestras acciones. Santa María Eugenia ve a Cristo como Liberador universal y su Reino en la tierra a través una sociedad fraterna y justa. 
 
El texto del evangelio (Juan 10, 11-18) utiliza la imagen del “Buen Pastor”. Propone una reflexión sobre la misión de Jesús de conducir a las personas a verdes pastos y manantiales cristalinos donde la vida en abundancia es posible.
 
El texto habla del contexto del ministerio de Jesús en Judea, poco antes de su crucifixión. Describe su relación con sus seguidores y luego utiliza la metáfora del Buen Pastor y sus ovejas.
 
Jesús se presenta como el Buen Pastor que da su vida por sus ovejas, esto refleja su compromiso con el Reino. Contrasta con otros líderes que buscan su propio beneficio en lugar del bienestar de sus seguidores. Esta entrega voluntaria de su vida es una muestra suprema de amor.  Habla de una relación íntima con sus discípulos y establece una relación de amistad con ellos, revelándoles los secretos de Dios. Esta relación filial, basada en la confianza, representa una novedad en el contexto religioso de la época.
 
Jesús no se limita a un grupo específico, sino que busca reunir a todas las personas en una sola familia, superando divisiones y fronteras. La Iglesia tiene la responsabilidad de ser un símbolo de salvación, reconciliación y comunión en el mundo.
 
Giselle Barzola 
Argentina 
 
 

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