Sexto domingo do tempo Común

“Si quieres, límpiame”

En este Sexto Domingo del Tiempo común, la liturgia nos presenta la curación de un leproso. Marcos nos muestra, el paso de sentirse aislado e impuro, a dejarse tocar por Jesús. El evangelio se entiende en contexto de la primera lectura y como debemos actuar para todas nuestras acciones den Gloria a Dios. 

A Primera lectura, libro de Levíticos (Lev 13, 1-2. 44-46), presenta las leyes sobre la lepra, proporcionando instrucciones detalladas sobre cómo reconocer la enfermedad y cómo tratar a quienes la padecen. El pasaje establece que los sacerdotes debían examinar a las personas que mostraban signos de lepra y separarlas de la comunidad si se confirmaba la enfermedad. Estas medidas tenían como fin proteger a la comunidad y prevenir la propagación de la lepra. Las personas con lepra debían permanecer aisladas y alertar a otros sobre su condición llevando la ropa desgarrada, el cabello suelto y la boca cubierta e ira gritando “impuro, impuro”. 

Este texto refleja la preocupación por el bienestar físico y espiritual de la comunidad, así como la importancia de mantener la pureza, para ser Santos como Dios es Santo. Para la época, se creía que esta enfermedad no tenía cura, por lo tanto, siempre estuvo asociada a la marginación y exclusión de las personas que la padecían. 

A Segunda lectura, de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios (Cor 10, 31 – 11, 1), el apóstol Pablo invita a los creyentes a vivir sus vidas de una manera que glorifique a Dios en todo lo que hacen. La frase “hagan todo para la gloria de Dios” es un llamado a la consagración total de la vida cotidiana al servicio de Dios. Esto significa que nuestras acciones, pensamientos y palabras deben reflejar el carácter y los valores de Dios. Pablo continúa motivando a los corintios a que lo imiten a él, como él imita a Cristo. Esto resalta la importancia del ejemplo personal, en la vida cristiana. Los cristianos evangelizan más con los hechos que con las palabras. Pablo reconoce que él mismo está siguiendo el ejemplo de Jesús y anima a otros a hacer lo mismo. Las palabras del apóstol resaltan la importancia del discipulado y la imitación de Jesús como modelo de conducta, esto significa seguir sus pasos. 

Para entender este texto do Evangelio de Marcos (Mc 1,40-45), debemos conocer un poco del contexto histórico. En los tiempos de Jesús, la lepra era una enfermedad incurable y muy contagiosa. La persona que llegaba a tenerla quedaba terriblemente marcada. Por miedo al contagio, habitualmente se encontraban a las afuera de la ciudad y excluido de la vida religiosa y social de su comunidad. La primera lectura detalla cual era la norma a seguir en caso de que una persona fuera diagnosticado con lepra. Cuando el leproso se encuentra con Jesús le dice; “SI QUIERES, LIMPIAME”, no le dice sáname. La lepra se entendía como una situación de impureza ante Dios, más que una enfermedad y es aquí donde se entienden que sean marginados y excluidos. 

  El texto narra el encuentro de Jesús con un leproso que le suplica de rodilla, “Si quieres, puedes limpiarme”. Este hombre muestra, con su cuerpo de rodillas y palabras, una actitud humilde y de total dependencia de la Gracia de Dios, “si quieres…” La curación significa la capacidad de Jesús para restaurar no solo la salud física, sino también la inclusión social y espiritual. Después de curarlo envía al hombre a presentarse ante el sacerdote, que constatará la sanación y le permitirá regresar a su vida normal después de ser considerado impuro y excluido. 

Jesús también le advierte que no lo comente con nadie, sin embargo, el hombre, lleno de gozo, comienza a difundir la noticia, Jesús ya no pueda entrar libremente en las ciudades. No puede callar lo que Dios ha hecho en su vida. Cuando Dios actúa en nuestra vida debe manifestarse en lo cotidiano, debemos ser ejemplo de seguimiento de los pasos de Jesús. Para finalizar me quedo con la imagen de Jesús tocando e inclinándose sobre el leproso, recibiendo la vida tal cual se presenta. El Reino de Dios es para todos, absolutamente todos tenemos un lugar.

El Reino de Dios   empieza aquí, así como dice Santa María Eugenia: “La tierra es el lugar para dar gloria a Dios”. Hermanos y hermanas que nuestras acciones sean para todos motivo de darle gloria a Dios. 
 

Giselle Barzola – LA Rioja Argentina 

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