TESTIGOS DE RESURRECCIÓN
En este tercer domingo de Pascua, Jesús sigue haciéndose presente en la vida de la Iglesia naciente. Esta Iglesia, en la persona de los discípulos, anuncia con convicción y fe que Jesús ha resucitado. A través de los textos podemos entender y comprender que las Escrituras se han cumplido y que para vivir tras Jesús es necesario el perdón, el cambio de vida y el amor; así nuestro corazón se abrirá para emprender un camino como testigos del Resucitado.
La primera lectura está tomada de los Hechos de los Apóstoles (Hechos 3,13-15,17-19), que es una continuación del Evangelio de San Lucas, escrito hacia los años 80 y 90, y muestra el camino recorrido por las comunidades nacientes después de la Resurrección de Jesús. La resurrección es el vínculo que conecta el Evangelio de Lucas con los Hechos de los Apóstoles. Desde entonces, fortalecida por la resurrección y la Palabra, la Iglesia se ha abierto.
Después de la curación de un hombre tullido de nacimiento que estaba a la puerta del templo, Pedro ahora redimido, perdonado y convencido de su fe en el Jesús resucitado da su testimonio y lo hace con convicción y sin miedo. Recuerda ante los judíos que las profecías se cumplieron en relación con “Jesús que fue crucificado”. Dice que el evento de curación fue el resultado de una fe viva en la resurrección y que seguirla requiere una conversión sincera y sentida. El testimonio de Pedro es un ejemplo para nosotros y muestra que debemos proclamar con valentía lo que está sucediendo en la sociedad y denunciar lo que no es un signo de vida.
En la segunda lectura (1Jn 2, 1-5a), continuamos leyendo la Primera Carta de San Juan, que está dirigida a todos los cristianos. El texto es una meditación y no tiene formato de carta; en ella no encontramos remitente, local, destinatario, saludos y bendiciones. Su lenguaje es muy similar al utilizado en el Evangelio y por tanto puede formar parte de la tradición “Juanina”. Pudo haber sido escrito por la comunidad de Éfesia en Asia Menor, probablemente entre los años 100 y 130. El objetivo es intentar dar respuesta a una crisis de fe que vivía la comunidad. El amor, corazón de la carta, debe manifestarse mediante una fe concreta y activa que dé testimonio de Cristo resucitado. Para nosotros hoy, es un llamado a la coherencia entre fe y vida. Y en esta experiencia nos enfrentamos al pecado que siempre está presente, pero Cristo siempre estará a nuestro lado para defendernos.
El Salmo nos invita a la alegría, incluso en medio de la diversidad y el sufrimiento que atravesamos. Pide nuestra confianza en Dios que siempre está con nosotros y nos desea la paz.
En el Evangelio (Lucas 24: 35-48) Jesús aparece una vez más. El texto de hoy esta poco después del informe de los discípulos de Emaús. Comienza con el compartir que los discípulos de Emaús sobre en el encuentro que tuvieron con Jesús. Es fundamental e importante compartir el encuentro que tenemos con Jesús a lo largo de nuestra vida, para experimentar y transmitir a los demás nuestra experiencia de fe.
¿Cuándo y dónde hablas de Jesús y de todo lo que ha hecho y está haciendo en tu vida? ¿En el trabajo, en la escuela, en la calle, en las colas? ¿Te acuerdas de las personas que te hablaron de Jesús?
Los discípulos estaban reunidos, asustados y con miedo, no reconocen a Jesús y piensan ser El un fantasma. No fue fácil para los discípulos creer en la resurrección. Son reacciones muy humanas hacia ellos y para nosotros hoy que vivimos con el temor de muchas muertes, el desempleo, el aumento del hambre, la indiferencia de algunos gobiernos con la vida humana. Estamos aterrorizados por todo y paralizados por la posibilidad de ser los próximos en contagiarnos con esta pandemia y tener que acudir a las colas del hospital.
Junto a los discípulos, Jesús demostró que no era un fantasma y lo hizo mostrando señales en sus manos y pies, además de comer un trozo de pescado que debería haber sido muy apetitoso. Cristo mostró a los discípulos las señales, prueba de su resurrección. ¿Te das cuenta hoy de las señales de que Cristo está vivo? Siguen sucediendo y son de notable sencillez. Los podemos ver cuando alguien te regala un buen día, cuando te saludan con una sonrisa en la cara, cuando uno tiene acceso a una casa digna, cuando se puede compartir de lo poco que uno tiene con tu hermano más pobre, cuando participa de tu Iglesia con gozo, alaba y da gracias a Dios por todo lo que te ha dado, y más.
Los discípulos se llenaron de alegría cuando encontraron a Jesús. Nuestra tristeza también debe transformarse en alegría. Ser testigo de la alegría es uno de los mejores regalos para este tiempo de pandemia, porque la vida no es solo sufrimiento. Cristo ha resucitado y está presente todos los días en la vida de cada uno. Intentemos escribir o recordar todas las razones por las que tenemos alegría. Seguramente serán numerosos.
En 1879, Santa María Eugenia, refiriéndose al tiempo de Pascua y la reacción de los discípulos, dice: “En este tiempo de Pascua es necesario que cada uno haga el tránsito de una vida a otra… Cómo los apóstoles fueran transformados! De las debilidades que existían antes de la resurrección de Jesús fueron transformadas… En la iglesia para los cristianos, es hora de una gran reconciliación, perdón, grandes transformaciones en la vida … nuestro Señor ha resucitado de entre los muertos. Es el sol de la verdad, de la justicia, que recibimos en nuestro corazón”.
Sí, hermanos míos, todavía es Pascua, siempre habrá una resurrección allí donde promovamos y encontremos estos signos: paz, perdón y alegría. Ellos son los que nos hacen fieles testigos de la resurrección, la misión que Jesús dio a los cristianos.
Creer en la resurrección es volver a Galilea, donde empezó todo. Es unir a la comunidad, compartir los vivido y denunciar la injustici sin miedo de los poderosos y los grandes. Es estudiar las escrituras y anunciar que Cristo ha resucitado. Es sentir que Él está con nosotros en todo momento, especialmente en los momentos más difíciles. Es traducir en acción la fe y aceptar ser perdonado y perdonar. dar testimonio de que Cristo resucitó y nos envió en misión.