“¡ALEGRAOS, ÉL ESTÁ MUY CERCA!”!
Para los cristianos, las cuatro semanas previas a la Navidad forman la Temporada de Adviento. Es decir, el primer período del calendario litúrgico, que comprende la preparación al nacimiento del Niño Jesús. El Adviento es un tiempo de preparación para la Navidad del Señor. En la liturgia tenemos los símbolos que nos ayudan a hacer las celebraciones más alegres, participativas y vivas. Es hora de poner la creatividad en acción. Entremos con esperanza y fe para acoger al Niño Dios que viene a iluminar las tinieblas que envuelven al mundo. Serán cuatro semanas en las que podremos acompañar el anuncio de la Buena Nueva de la Salvación en las Lecturas Bíblicas, la Historia de la Encarnación, donde Dios se hace pequeño, asumiendo nuestra propia naturaleza humana y poniendo su tienda entre nosotros.
Escuchemos las propuestas de cambio que los textos revelan para el mundo de hoy. Estemos atentos y atentos al mensaje de esperanza para un tiempo de gracia y de verdad. Nos corresponde a nosotros, que asumimos el bautismo de Jesús y su llamado a la conversión, cambiar el sistema y las estructuras que frenan la Palabra de Dios que se hizo hombre, se hizo carne. La propuesta es clara: las armas deben transformarse en herramientas de trabajo para producir alimentos y acabar con el hambre y la pobreza.
El Adviento es un tiempo para despertar a los derechos de los pobres, los niños, las mujeres, los pueblos indígenas, los que no tienen agua, los que no tienen tierra ni hogar. Pidamos al Señor que nos dé sensibilidad para percibir la gravedad del momento y estar preparados para responder a su llamado.
El profeta Isaías (2,1-5), en la primera lectura, anuncia una nueva acción en relación al ser y al hacer. Necesitamos estar atentos y atentos para descubrir el significado de las Palabras Bíblicas que vamos a escuchar en las lecturas de este primer domingo de Adviento. Indican una manera de ver las cosas, es decir, con los ojos de Dios.
Isaías retoma el texto de Miqueas para confirmar la voluntad de Dios para su pueblo. “Convertirán sus espadas en azadas y sus lanzas en guadañas”. Son herramientas que sirven para cultivar la tierra de donde se saca el alimento. La profecía sugiere la eliminación de las armas, para el niño de Belén que viene a traer la paz en lugar de la guerra.
El profeta Isaías habla de cómo vio la situación de Judá y Jerusalén. Describe su visión de la plenitud de la historia. Él llama al pueblo diciendo: “Venid, Casa de Jacob, caminemos a la Luz de Yahvé” Nuestro Dios y Salvador del mundo. Sustituir las armas por instrumentos para acabar con el hambre de palabra, de pan, de fraternidad, de amor. “Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”, promesa de Dios a los que creen. Las personas que no conocían a Dios ahora son personas que construyen un mundo de bien.
En la Segunda Lectura (Romanos 13:11-14), el Apóstol Pablo hace dos observaciones importantes para su pueblo y también para nosotros hoy: Pórtense bien. Reconocer el momento decisivo en el que vivimos. ¡Es hora de despertar del sueño! ¡Amanece y se acerca el día! Necesitamos usar el manto de luz para salir de la oscuridad. Es la salvación que viene. Pablo nos está hablando. ¿Esto nos preocupa, nos toca el corazón? ¿Meterse con nosotros, molestarnos?
El Adviento es un camino de esperanza, de espera activa, silenciosa y orante. Es tiempo de preparar nuestro corazón para acoger a nuestro Dios que viene a cumplir sus promesas. El Evangelio de Mateo (24,37-44) habla de la llegada de ese tiempo en un tiempo y momento inesperados, mostrando la venida del Hijo del Hombre, refiriéndose al episodio del diluvio en tiempos de Noé. Esta comparación simbólica es para alertarnos sobre la necesidad de estar vigilantes, atentos en los asuntos de la vida. No dejes que las preocupaciones mundanas nos impidan cuidar la vida y las cosas de Dios. Es una llamada de atención para estar alerta. El Reino de Dios que se acerca en la historia del mundo ha venido trayendo cambios, anhelos, sueños y utopías para los pueblos que viven en tinieblas.
El pueblo que vivía en tinieblas vio una gran Luz y acogió el misterio de la encarnación del Hijo de Dios que entró en la historia de la humanidad para dar un nuevo rumbo al pueblo de la alianza. Hay un fuerte llamado a la conversión. Como discípulos de Jesús, busquemos el Reino en cada momento de nuestra vida.
Santa María Eugenia de Jesús nos llama a trabajar por la extensión del Reino de Dios en nosotros y en el mundo. ”Reino de Dios, creador y fin del hombre y de todo el universo, por un lado; y por otro, una sociedad cristiana en la que Dios sea conocido, amado y servido”.
Aprovechemos el tiempo de adviento, para llevar los anhelos de la humanidad y de toda la creación, obra de Dios.
La Corona de Adviento, con las cuatro velas, simboliza las cuatro semanas de Adviento y es uno de los símbolos de la preparación navideña. Las luces indican que se acerca la Navidad. La Luz es Cristo Salvador que viene por toda la humanidad y manifiesta nuestra fe y nuestra alegría por la venida de Dios al mundo.
¡Feliz tiempo de Adviento!
Vamos. María Teixeira Filho, RA