El Icono de la Santísima Trinidad Misericordiosa nos ayudará a rezar y profundizar la grandeza de este MISTERIO DEL AMOR. Un Dios Padre-Madre, con el Espíritu Santo y el Hijo Jesús, el Cristo de Dios en la misión de rescatar al SER HUMANO, creado a imagen y semejanza del Creador.
En la primera lectura (Dt 4,31-34; 39,40) LOS MANDAMIENTOS y las Leyes no son normas, reglas, obligaciones, “deben seguir”, sino propuestas de amor y misericordia, una invitación a la felicidad.
El libro de Deuteronomio nos propone mirar, contemplar, meditar sobre nuestro origen, buscando percibir la acción de Dios Creador de todo. Nuestro Dios es un Dios meticuloso, cuidadoso, amoroso y tierno en lo que hace. El libro nos hace darnos cuenta de que el “pueblo de Dios” en el contexto deuteronomista es un pueblo en formación y por eso necesita reglas y leyes que favorezcan la vida. Se requiere una organización clara y comprensible. Y la misericordia ayudará en ese cuidado.
La Carta a los Romanos (8, 14-17) nos recuerda nuestra afiliación DIVINA y nos recuerda que somos hijas, hijos de Dios y necesitamos vivir como una. Podemos disfrutar de este regalo recibido.
En la carta a los Romanos, en tiempos de Pablo, nos recordará que la gente vive con muchas dificultades, no solo en las relaciones, sino también en la vida diaria. El poder es muy fuerte. Se necesita mucha misericordia y amor para realizar nuestra filiación divina. Esta percepción nos ayuda a reconocer que, si somos hijos, también somos herederos; no una herencia material que se pueda robar, sino una herencia que no hay dinero que alcance pagar. Esto significa ser una hija amada, ser un hijo amado de un Dios que es Padre a la manera de Madre, eso es ABA, PAPI. Es pura ternura. El ABA de Jesús nos enseña a “ser una hija” para “ser un hijo” en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
En el Evangelio (Mt 28, 16-20) Jesús dijo a los discípulos: “Id a Galilea”. Ahí es donde todo comienza de nuevo. También volveremos a empezar de nuevo en nuestra tierra, en nuestro entorno.
Reflexionando y rezando.
Toda la vida de Jesús tiene que ver con Galilea. Fue allí donde María recibió el mensaje de que tendría un hijo, pero este niño que le nacerá, es el HIJO de Dios. Un Dios que es UNO, pero también TRINO. Una comunidad de Dios de amor, misericordia, compasión y ternura. Un Dios que quiere ver a sus hijas e hijos viviendo en armonía, en fraternidad, en el compartir, en la justicia y en la ternura; un pueblo nuevo “donde nadie tiene que ser oprimido por otro” (Santa María Eugenia). Este es el sueño de Dios para nosotros hoy, el sueño del Dios de la Trinidad.
Jesús ordena que el discipulado vaya a Galilea, donde comenzó su misión, donde el discipulado recibió su formación; Por eso también es allí donde van a recibir la MISIÓN: Ir por el mundo, bautizando y enseñando a vivir la fraternidad, la justicia y el amor.
Creo que nuestro mundo, hoy más que nunca, carece de respeto, cuidado y misericordia. Estamos invitados a contemplar el Icono de la Santísima Trinidad Misericordiosa (escultura de la hermana Caritas Müller, que se encuentra en una casa de oración en Alemania), para perceber la acción de las PERSONAS en el cuidado de los seres humanos. Una acción realizada entre las Tres PERSONAS; son funciones distintas en un mismo rescate: Rescatar al Ser Humano. ¿Nos damos cuenta de lo importante que es cada uno de nosotros para la Santísima Trinidad?
Como hijas e hijos, hermanos muy amados, a quienes también recibimos la misión: Salid al mundo, haced discípulos míos observando el mandamiento del AMOR. Ustedes no están solos. Estaré con ustedes hasta el fin del mundo. Entonces digamos al mundo: El Dios Trinidad está con nosotros. No tengamos miedo.
Irmã Geralda do Carmo RA
Itapuranga – Goiás – Brasil