La liturgia del Quinto Domingo destaca cuatro palabras claves: conversión, alabanza, testimonio y permanencia. Muestran la progresión de un camino de conversión y seguimiento de Jesús resucitado. Comienza con la aceptación de Pablo por parte de la comunidad de los Apóstoles. Después de su conversión, Pablo sufrió los primeros desafíos para convencer a los apóstoles de que creyeran en él. Una vez que lo logra, con la ayuda de Bernabé y del Espirito, es un momento de alabanza y agradecimiento a Dios en la comunidad. Pero no se detiene aquí, todavía tendría que dar testimonio del Resucitado. Solo unidos a Jesucristo, permaneciendo en su Amor y junto a nuestra comunidad, seremos testigos de la verdad que es Jesucristo.
En la Lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles (9,26-31), cuando Pablo llegó a Jerusalén, intentó entrar en la comunidad, pero su fama le precedió y todos le tenían miedo. Bernabé “haciéndose cargo de él””, asumiendo cualquier responsabilidad con él, lo lleva ante los apóstoles y lo presenta como Saulo. Pablo les cuenta cómo había visto al Señor en el Camino. Debería todavía conocer “el camino” como un lugar, donde los mismos apóstoles ya habían experimentado las enseñanzas de Jesús. Y desde entonces empezó a convivir con los discípulos.
El texto termina diciendo que la Iglesia gozó de paz y se iba consolidando con la conversión de Pablo, que anteriormente los perseguía con tenacidad.
Al leer la Carta de San Juan (1 Juan 3: 18-24), el amor se manifiesta en la verdad y en las obras. Y como Saulo, después de conocer a Jesús, vivir en comunidad con dinamismo y valentía. Cuando nuestro corazón nos reproche, mantén la calma. Dios ya lo sabe todo.
Para comprender el evangelio (Jn15,1-8),hay que tener en cuenta dos aspectos que escribe el evangelista. A través de símbolos busca enfatizar que Jesús es el enviado de Dios y de su palabra.
La invitación del evangelio es clara y contundente. Permanecer, dar frutos y ser al mismo tiempo. Permanecer en la vid verdadera también significa ser parte del proyecto del Padre, apropiarse del proyecto del reino es llenar la vida de sentido, orientación, alegría, confianza, dinamismo, amor y valentía, definiendo así quiénes somos y qué hacemos. Esto nos da la certeza de que así perteneceremos a Dios. Los abundantes frutos serán prueba de esta experiencia de vida.
La comunidad solo avanza cuando permanece unida al Padre y guiada por las enseñanzas de Jesús y las luces del Espíritu. Para Santa María Eugenia, era necesario estar enraizados en Jesús para ser fiel al proyecto del Padre, dijo a las hermanas:
“Mi mirada está toda en Jesucristo y la extensión de su Reino”.
“Debemos pasar la vida anunciando a Jesús que libera y transforma a la sociedad”.
“Las ideas fuertes fomentan actitudes, motivan comportamientos, elecciones y compromisos”.
Para Santa María Eugenia, una vida unida a Jesucristo es una actitud a favor de nuestro mundo. Que las lecturas de hoy nos ayuden a mantener firme nuestra fe en Jesucristo. Que nos mantengamos unidos a él y dejemos que nuestra vida hable de él, especialmente en este momento difícil que vivimos.
