21 DE NOVEMBRO DE 2021
JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO
La Fiesta de Cristo Rey del Universo fue instituida en 1925 por el Papa Pío XI, en conmemoración del XVI centenario de la proclamación del Dogma de la Consubstancialidad de Jesucristo al Padre. Es decir, Jesucristo es de la misma realidad que el Padre. Con esta celebración, llegamos al final del Año Litúrgico.
En la liturgia de hoy vemos que Cristo encarnado es el “primogénito de todas las criaturas” (Col 1, 15), es el rey y el centro de toda obra creada y, como tal, nos invita a seguirlo en su vida, pasión, muerte y resurrección hasta la plenitud de los tiempos.
La primera lectura es del Libro de Daniel (Dn 7,13-14). Este Libro fue escrito en los últimos siglos del post-exilio, en un contexto de profunda crisis e inestabilidad social. Intenta reavivar la esperanza en Dios en la comunidad de creyentes, a partir de la relectura profética de la historia del Pueblo de Dios.
Para el autor, la relectura de la historia debe basarse en los valores de la tradición religiosa del pueblo elegido. Solo así, liberados de la idolatría de otros pueblos (cultura greco-romana), podrán comprender realmente la llegada de nuevos tiempos propuestos por el Mesías para cambiar la historia. Solo Él puede establecer el Reino de Dios, poner fin a toda injusticia y posibilitar la victoria de los justos sobre la opresión que genera la muerte.
La segunda lectura es del Libro del Apocalipsis de San Juan (Apocalipsis 1,5-8). Libro probablemente escrito a finales del primer siglo de la era cristiana, para todas las comunidades cristianas que sufrieron y lucharon contra la opresión en Asia. Su preámbulo contiene un llamado de João a todas las comunidades a resistir a cualquier propuesta de cooperación con quienes dominan y explotan al pueblo.
En un contexto en el que los cristianos eran minoría, teniendo que luchar contra la persecución y la opresión, el mensaje de este libro es un consuelo y aliento para todos aquellos que fueron perseguidos, humillados y asesinados por los poderosos de su tiempo.
Solo aceptando a Jesucristo como el centro de la historia humana, tendrán la fuerza para caminar con Él por la historia sin ser corrompidos por falsas propuestas de felicidad.
El Evangelio, escrito por San Juan (Jn 18, 33b-37), nos presenta a Jesús como MESÍAS y REY del Universo. Pero, no un rey que oprime y domina. Su reino es de cariño y amor. Como el buen pastor que da su vida por sus ovejas, no juzga, sino que actúa con misericordia.
En el diálogo de Jesús con Pilato, Juan intenta dejar en claro que el reinado de Jesús fue diferente al de los reinos de este mundo. Jesús se negó a presentarse como un competidor de Pilato. La palabra reino tenía, para él, un significado muy diferente al que le daban los romanos.
El reino de Jesús está bajo el señorío del Padre, que quiere ver a todos sus hijos vivir en comunión. Es un reino de verdad y justicia, ya que no permite ningún tipo de marginación u opresión; ni tampoco que el recurso al engaño y la mentira prevalezca sobre los demás.
El anuncio de la realeza de Jesús debe entenderse desde la perspectiva del proyecto de Reino anunciado por Él. Los modelos humanos no ayudan a comprender la condición de rey aplicada a Jesús. Su reino no depende de los planes de este mundo, sino de la voluntad del Padre. Jesús es el Rey encarnado, enviado por el Padre para unir en su pasión a todos los pueblos de la tierra.
Juan nos presenta a Jesús como el ideal de toda la vida cristiana, es el camino que debemos seguir; sus enseñanzas deben ser vividas en la comunidad de cristianos, como nos dice Lucas “haz esto y vivirás”. (Lc 10,28).
Si hoy tenemos a Jesús como rey del universo, también nosotros estamos llamados a compartir este reino con él. Tener, ya aquí en la tierra, los mismos sentimientos que Cristo.
¿Cómo es posible que proclamemos que Cristo es el Rey del Universo y que no nos importemos con miles y miles de personas que se mueren de hambre, arrojadas a las calles de nuestras ciudades?
¿Cómo puedo proclamar que Jesús es el Rey del Universo, si callo ante tantas injusticias que atormentan a la humanidad cada día?
Hermanos y hermanas, proclamar a Cristo Señor y Rey del Universo es hacer de este lugar un pedacito de su Reino, y para eso tenemos que luchar por un mundo de justicia y dignidad para todos; en el Reino soñado por Dios, no podemos admitir niños muriendo de hambre, mujeres golpeadas y cientos de personas expulsadas de sus tierras por guerras y persecuciones. En el reino soñado por Jesús, la autoridad se hace al servir, al hacerse pequeño, al ser el último; en este reino, no hay lugar para la violencia y el odio.
Recemos a Dios, pidiendo la gracia de tener el valor de luchar contra todas las formas de injusticia, para que podamos proclamar como Isaías “un nuevo cielo y una nueva tierra”.