10 de fevereiro de 2023

Febrero es el mes del Carnaval, y el Carnaval es fantasía… “Fantasía” es una palabra que rima con “alegría”. Y el Carnaval, en el dicho popular, es “la alegría del pueblo”. ¿Pero por qué?

¿Alguna vez has notado que “fantasía” y “fantasma” tienen algo en común? Son dos palabras que se refieren a cosas que no son la realidad. Pero, mientras “fantasma” es algo que no existe, “fantasía” sí existe, excepto que nos lleva a un mundo que no es real.

Hay reflexiones sociológicas sobre el Carnaval que afirman que, en estos días, la gente se despide temporalmente de su realidad de vida y “viste un personaje”. Se disfrazan de princesas, pero no son princesas… Se disfrazan de superhombres, pero no son superhombres… Y, durante el Carnaval, “encarnando” a estos personajes, la gente deja de lado la dureza de su vida para vivir momentos de alegría, celebración, compensación…

El carnaval despierta en muchas personas el sentido del juego. ¿No se habla de “jugar” a Carnaval?… Son días de diversión, no de realidad. Porque la realidad es dura…

¿Alguna vez te has preguntado por qué el Carnaval no tiene una fecha fija? … ¿Y sabías que el Carnaval tiene sus orígenes ligados a nuestra fe cristiana?… Las respuestas a estas dos preguntas están ligadas. Es que, cada año, el Carnaval depende de la fecha en la que los cristianos celebramos nuestra fiesta mayor, la Semana Santa. Y antes de la Pascua, como todos sabemos, viene la Cuaresma, que es un tiempo de Penitencia.

Durante la Edad Media, cuando toda la sociedad era cristiana, la Cuaresma era un tiempo de penitencia social, es decir, todos hacían penitencia, y una penitencia “valiente”… Por eso, antes de que empezara este tiempo, el pueblo se despedía de las comodidades haciendo lo que no harían durante 40 días: comer carne y comida rica, bailar, divertirse… Así nació el Carnaval…

El Miércoles de Ceniza, por tanto, no es el día en que le pedimos perdón a Dios por los excesos cometidos durante el Carnaval, porque los cristianos jugamos al Carnaval sin excesos… El Miércoles de Ceniza es sólo el primer día de un tiempo en el que, a través de la penitencia, le pedimos a Dios perdón por los pecados de nuestra vida y pedimos también la gracia de la conversión, de la vida nueva que nos trae la Resurrección de Jesús. El carnaval, en cambio, no es “todo vale”, sino días en los que la gente se divierte, antes de comenzar un tiempo de penitencia.

Los tiempos son diferentes ahora, y las prácticas de Cuaresma son más personales y espirituales. En vez de dejar de comer carne o de ayunar, dejar de hablar mal de los demás, dejar de ser flojos, dejar de lado algo que es pura delicadeza, etc… por hacer…

Pero, volviendo a los disfraces… Usar un disfraz puede ser muy divertido. Pero vivir una fantasía es una locura… Puedo disfrazarme de pirata durante los cuatro días de Carnaval, y divertirme mucho… Pero andar por la calle disfrazado de pirata los otros 361 días del año es ciertamente candidato a ser llamado pirata, “el loco de la esquina”… El problema, sin embargo, es que hay gente que vive en la fantasía… En realidad, esta gente esconde lo que es, vive fuera de realidad, asumen un papel que no les corresponde. No son personas, son “personajes”…

A veces la vida es tan difícil que la gente se ve tentada a refugiarse en “personajes”. Pero esto no resuelve el problema, solo crea otro…

Contra esta tentación, Santa María Eugenia tiene una fuerte receta. Una vez dijo una frase que muchos de nosotros conocemos: “Es una locura no ser lo que eres en la mayor medida posible”. Intentemos profundizar en esta frase por partes:
– “Ser lo que uno es”: Soy una persona humana, por lo tanto, limitada: no lo sé todo, y no puedo hacerlo todo. Por otra parte, toda persona humana tiene inmensas riquezas, porque toda persona humana piensa, decide, elige, se relaciona y se construye a sí misma. Incluso se dice que “el ser humano es su propio padre” en el sentido de que tenemos esta capacidad de construirnos a lo largo de la vida, de ir “siendo” cada vez más profundamente lo que somos a medida que desarrollamos nuestras propias capacidades. Cada uno de nosotros está llamado a ser lo que es en la autenticidad y verdad de su propio ser. ¿Alguna vez has pensado en lo maravilloso que es que cada persona sea única? Los seres humanos no somos “producidos en masa”. Eres único, único… No hay nadie como tú en el mundo… Eres una perla rara, un diamante precioso, que no tiene igual… Incluso físicamente somos únicos: no hay dos personas que tengan las mismas impresiones. huellas dactilares ni con las mismas marcas en el iris de sus ojos, tanto que, a través de ellas, podemos ser identificados… Y, si profundizamos aún más en el significado de lo que somos, nos daremos cuenta de que somos, cada uno de nosotros, hijos e hijas amados de Dios, para quienes tiene maravillosos planes de vida.

– “Con la mayor plenitud”: La persona humana está dotada de una increíble capacidad de crecimiento. Es cierto que hay otros seres que crecen más que nosotros. Pero los seres humanos estamos llamados a otro tipo de crecimiento, un crecimiento interior, no físico, sino intelectual y espiritual. Nuestras capacidades específicamente humanas pueden y deben desarrollarse casi indefinidamente. Fíjate en el progreso constante de la ciencia: hasta dónde ha llegado ya la inteligencia humana y las nuevas fronteras que está dispuesta a superar… Fíjate en la grandeza humana de los grandes santos que, a lo largo de los siglos y hasta nuestros días, alientan a crecer en la fe y en el seguimiento de Jesús… Son modelos que nos animan en el camino hacia la “plenitud” de nuestro propio ser.

-“Posible”: Santa María Eugenia es una mujer muy realista, y esta palabra es importante para entender su pensamiento. Si llenamos un vaso hasta el borde con agua y, junto a él, también llenamos un dedal completamente con agua, ambos estarán completamente llenos, completamente llenos, pero la capacidad de uno es bastante diferente a la del otro. Ambos, cada uno a su manera, alcanzaron su “plenitud”… Así que no intentemos imitar a nadie. Tratemos, en cambio, de alcanzar nuestra propia plenitud, cuyo grado sólo Dios conoce.

San Pablo nos dice que debemos “revestirnos del hombre nuevo”. Con esto nos llama a no disfrazarnos, sino a revestirnos de la novedad de vida que nos trae la Resurrección de Jesús. Así que feliz carnaval a todos. Pero, después del Carnaval, cuelguemos nuestras fantasías e intentemos profundizar en lo que somos para llegar a la “máxima plenitud posible”.


Irmã Regina Maria Cavalcanti
Religiosas da Assunção

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