“¡HOSANNA! ¡BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR!”
La finalidad de una noticia es informar. Formar desde adentro: formar criterios, juicios de valor, opciones, modo de ser y de actuar. Que el Evangelio (Marcos 15,1-39) de este Domingo sea Buena Noticia para cada una/o de nosotras/os, para cada comunidad, para la Provincia…
¿Las actitudes, los gestos de Jesús “informan” los nuestros?
Era el mes de nísán [1] del año 30. La gente se preparaba para subir en peregrinación a Jerusalén a celebrar la gran fiesta de la Pascua. Jesús comunicó a los suyos su decisión: quería subir a Jerusalén como peregrino, acompañado de sus discípulos y discípulas.
¿Qué motivos le impulsaban? No lo sabemos con certeza.
Nunca se afirma en las fuentes el motivo que impulsó a Jesús a subir a Jerusalén. Hasta ahora, Jesús se ha dedicado a anunciar el reino de Dios por las aldeas de Galilea, pero su llamada está dirigida a todo Israel. Es normal que en un determinado momento dirija su mensaje también a Jerusalén. La fecha no puede ser más apropiada. Miles de peregrinos venidos de Palestina y de todos los rincones del Imperio se congregarán para reavivar durante las fiestas de Pascua su anhelo de libertad. Sus discípulos, al parecer, se alarmaron con la idea. También Jesús es consciente del peligro que corre en Jerusalén. Su mensaje puede irritar a los dirigentes del templo y a las autoridades romanas. A pesar de todo, Jesús sube a la ciudad santa. Ya no volverá.
El encuentro de tantos hermanos venidos del mundo entero hacía crecer el sentido de pertenencia: son un pueblo privilegiado, elegido por el mismo Dios. La celebración de la Pascua enardece aún más sus corazones. Las fiestas giran en tomo a esa noche memorable en que celebran su liberación de la esclavitud del faraón. Lo hacen con nostalgia y también con esperanza. Egipto ha sido reemplazado por Roma. La tierra heredada de Iahvé no es ya un país de libertad: ahora son esclavos en su propia tierra. Esos días la oración de los peregrinos se convierte en un clamor: Dios escuchará los gritos de su pueblo oprimido y vendrá de nuevo a liberarlos de la esclavitud. Roma conoce bien el peligro. Por eso Pilatos se desplaza esos días hasta Jerusalén para reforzar la guarnición de la torre Antonia [2] : hay que cortar de raíz cualquier acción subversiva antes de que se pueda contagiar a la masa de peregrinos
Muchos de ellos se acercan a la ciudad cantando su alegría por haber llegado a Jerusalén después de un largo viaje. Lo mismo hace el grupo de Jesús. Se acercan ya a las puertas de la ciudad. Es el último tramo, y Jesús lo ha querido recorrer montado sobre un asno, como humilde peregrino que entra en Jerusalén deseando a todos la paz. En ese momento, contagiados por el clima festivo de la Pascua y enardecidos por la expectación de la pronta llegada del reino de Dios, en la que tanto insistía Jesús, comienzan a aclamarlo.
El relato se encuentra en Marcos 11,1-11 (y paralelos) y Juan 2,13-22. La mayoría de los investigadores piensa que Jesús entró realmente en Jerusalén montado en un asno, realizando así un gesto simbólico para anunciar el reino de Dios como un reino de paz y justicia frente al Imperio de Roma, construido sobre la violencia y la injusticia. El hecho fue más tarde elaborado teológicamente para convertirlo en la entrada triunfal del Mesías en Jerusalén [3].
Algunos cortan cualquier rama o follaje verde que crece junto al camino, otros extienden sus túnicas a su paso. Expresan su fe en el reino de Dios y su agradecimiento a Jesús. No es una recepción solemne organizada para recibir a un personaje ilustre y poderoso. Es el homenaje espontáneo de los discípulos y seguidores que vienen con él. Según se nos dice, los que le aclaman son peregrinos que “iban delante de él” o que “le seguían”. Probablemente su grito debió de ser este: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”
Su entrada en Jerusalén montado en un asno decía más que muchas palabras. Jesús busca un reino de paz y justicia para todos, no un imperio construido con violencia y opresión. Montado en su pequeño asno aparece ante aquellos peregrinos como profeta, portador de un orden nuevo y diferente, opuesto al que imponían los generales romanos, montados sobre sus caballos de guerra. Su humilde entrada en Jerusalén contrasta las entradas triunfales que organizaban los romanos para tomar posesión de las ciudades conquistadas.
A los romanos no les podía hacer ninguna gracia. Ignoramos el alcance que pudo tener el gesto simbólico de Jesús en medio de aquel gentío multitudinario. En cualquier caso, aquella entrada “antitriunfal”, jaleada por sus seguidores y seguidoras, es un gesto que puede encender los ánimos de la gente. Este acto público de Jesús anunciando un antirreino no violento habría bastado para decretar su ejecución [4].
Expresa Santa María Eugenia [5]: “…Creo que Jesucristo nos ha liberado del pasado por su sacrificio, para dejarnos libres para trabajar en la realización de la Palabra Divina que vino a traernos. Creo que cada uno de nosotros tiene una misión en la tierra. Y que desde el principio hay que hacer comprender a las almas que el fondo del cristianismo es el sacrificio de Jesucristo….el fin de esta religión no es esforzarse solamente en buscar, por todos los medios, nuestra bienaventuranza eterna, sino esforzarnos también en buscar en qué Dios puede servirse de nosotras para la difusión de su Evangelio. Hay que hacerlo con valor, con los medios de la fe- los pobres y débiles medios que Jesús utilizó – no inquietándose más que de hacer lo que puede habernos destinado a hacer. Y dejándole a Él el éxito en el tiempo y en la eternidad”
Buena Semana de Pascua!!!
HERMANA LUCIA DEL CARLO_RA
PUERTO IGUAZU (MISSIONES, AR)
[1] Ou mês de abibe ; marca o início da primavera, tem sua origem no Êxodo. Primeiro mês do Calendário Judaico.
[2] La Fortaleza Antonia o Torre de Antonio fue una guarnición militar construida por Herodes … El pretorio fue el sitio donde tuvo lugar el juicio de Jesús ante Pilato. Antes de la primera guerra judeo-romana, la fortaleza fue el cuartel de parte …
[3] Cf. Gnilka, Roloff, Schlosser, Crossan.
[4] Así piensan Crossan y diversos autores.
[5] Santa María Eugenia, Capitulo de 1878