El Amor Es El Camino A La Santidad
En este séptimo domingo del tiempo común, las lecturas nos llevan a reflexionar sobre la actualidad de las palabras amor y santidad. El amor es el camino para llegar a la santidad, la verdadera vocación de todo cristiano.
El texto de la primera lectura (Lv 19,1-2.17-18), está dentro del texto llamado “Código de Santidad”. El pueblo de Israel, a lo largo de su trayectoria, se apoyó en leyes, normas y comportamientos para convivir y servir a Dios, el Santo de Israel. Como pueblo elegido para ser santo, Israel debe ser como Dios. Como pueblo elegido, se creía que como elegido, sus acciones no deberían ser las mismas que las de otros pueblos. En este pasaje, el prójimo se presenta como el hermano, el de la misma religión, el que forma parte del pueblo de Israel.
El amor al prójimo es la ley más grande y una meta para alcanzar. Sólo a través del amor vivido en la santidad se superarán los conflictos, los odios y los resentimientos. Para experimentar la santidad deseada por Dios, bastaba entonces vivir el amor.
En el Salmo 103, vemos claramente la manifestación de alguien que verdaderamente probó la inmensa bondad de Dios en su vida y, por eso, da gracias en este maravilloso himno.
En la segunda lectura (1 Cor 3, 16-2), Pablo ve claramente la importancia de la coherencia de vida, para que, de hecho, seamos templos vivos donde habita el Señor. El cristiano bautizado es el “lugar” donde se realiza el amor en la ausencia del odio y en el testimonio cotidiano de una fe viva comprometida con la vida. La comunidad de Corintios estaba pasando por momentos difíciles, además de otros problemas, había mucha división entre ellos. La intención de Pablo es animar a sus miembros a vivir sin odio, resentimiento o violencia. Recordad que todos son templos del Espíritu Santo, morada de Dios que es amor y perdón. ¿Cómo es tu testimonio de vida, como “morada y templo de Dios”?
En el Evangelio (Mt 5, 38-48), continuación del Sermón de la Montaña de los domingos anteriores, Jesús está en la montaña, reunido con su comunidad. La enseñanza gira en torno al odio, la venganza, el amor a los enemigos. Percibimos allí el contenido de la primera lectura, que aparece claro y con mayor amplitud; en los versículos de Levítico 17-19 vemos. “No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor”.
Jesús desea y quiere dar un nuevo sentido a la ley del Talión y propone una nueva forma de actuar, es decir, un comportamiento diferenciado y exigente. No responder al mal con el mal es interrumpir la trayectoria de la violencia en las diversas esferas de la sociedad. Y la respuesta está en la palabra “amor”. Sí, amar, incluso a los enemigos, porque Dios ama a todos, malos y buenos, siendo un Padre amoroso y no violento. Sólo así hay posibilidad de vivir en santidad como Él pide: “Sed santos, porque vuestro Padre es santo”.
Vivir la santidad en la vida de hoy significa simplemente amar, tener actitudes no violentas. Ejemplos concretos como Gandhi, Luther King, Dona Maria o Antônio. Estos y muchos otros no respondieron y no responden a la violencia con más violencia. El Papa Francisco también viene a actualizarnos sobre la exhortación apostólica sobre la santidad. Cita a aquellos “que viven la santidad al pie de la puerta” y muestran la fuerte presencia de Dios en su trabajo cotidiano. Son estas personas sencillas, las que con gestos sencillos y pequeños, dan ejemplos de santidad. Es posible que conozca a varias de estas personas que son modelos a seguir para nosotros. El Papa también da algunos buenos consejos para los que quieren llegar a ser hombres y mujeres santos: oración, audacia, paciencia, mansedumbre, buen humor y alegría. ¿En qué etapa estás?
El camino para vivir la fidelidad y la santidad es, sin duda, tener un amor grande e inmenso por Jesucristo y creer en su amor por nosotros. Los santos nos enseñan y sus consejos nunca pasan de moda. Santa María Eugenia, citando a Santa Teresa, dice que la caridad perfecta comienza con el amor de Dios, pero que también se manifiesta en el amor al prójimo. También reflexiona sobre el amor y el perdón de los enemigos: “nuestro Señor nos amó más que a sí mismo los santos nos dicen que no hay medida para el amor de Dios… fue para los que eran sus enemigos, para los que lo maltrataban que el Señor dio su vida: “Padre, perdónalos, no saben lo que hacen”. Estos son los grandes ejemplos que deben ser puestos ante nuestros ojos para llegar a la santidad.” (12/09/11839)
Jesús habla de amar a nuestros enemigos y que de nada sirve amar a los que están cerca ya nuestro alrededor. Implica que estos gestos de amor forman parte de nuestra vida cotidiana con las personas más cercanas a nosotros. Amarlos con sus imperfecciones, defectos, forma de ser, tal como son. Sólo que mostrar este amor con gestos no es nada fácil; por el contrario, es bastante difícil. ¿Empezamos por ahí entonces?
Un mundo violento está ante nuestros ojos, con guerras y muchas muertes, resultado de mucho odio y codicia inconmensurable. ¿Es posible amar a las personas que son la causa de tanto daño? ¡Sí! Porque Dios es sólo amor, perdón y compasión. Actitudes pacíficas, cultivadas en la mitad de la vida, “no devolver” y “llevar la mierda a casa ante las provocaciones”, son necesarias para romper el ciclo de la violencia. ¿Vamos a intentarlo?
El amor vivido según esta pequeña reflexión es igual a la santidad. ¿Estas de acuerdo conmigo?
Ir. Maristela Correia Costa – RA – Itapuranga-GO