JESÚS, LA PUERTA DE LA VIDA.
Cada año la Iglesia propone para el 4º Domingo de Pascua un extracto del capítulo 10 de San Juan, por lo que este domingo se identifica como el Domingo del Buen Pastor y también el día de Oración por las Vocaciones. La misión del Buen Pastor es liberar a las ovejas (su pueblo) de la esclavitud y conducirlas a un lugar seguro y de descanso donde puedan vivir en plenitud.
Este texto de los Hechos de los Apóstoles (Hch 2,14b.36-41) es continuación del texto del domingo anterior. Es el discurso de Pedro a los judíos el día de Pentecostés.
Pedro anuncia que Jesús de Nazaret es el Cristo y exhorta al pueblo a reconocer que Jesús fue constituido por Dios como Señor y Cristo. En este discurso también hay una denuncia: Jesús fue injustamente crucificado.
Después de escuchar este anuncio, los oyentes preguntan qué deben hacer. Pedro responde: debéis adherir a la invitación de Jesús y para ello debéis convertiros, ser bautizados y abriros a la acción del Espíritu Santo. El bautismo es la puerta de entrada a la vida en Cristo y requiere una conversión permanente. Esta invitación es para todos, ya que la acción de Dios es inclusiva y universal.
El texto de la segunda lectura (1Pt 2,20b-25) fue escrito para animar y animar a varios grupos de cristianos en Asia Menor, región que pertenecía al Imperio Romano. Estos grupos de cristianos estaban formados principalmente por forasteros, inmigrantes, esclavos, mujeres y marginados de la sociedad romana. La carta forma parte de las llamadas Cartas Católicas, ya que van dirigidas a diversas comunidades.
La carta habla de la experiencia de alguien que fue testigo de las enseñanzas y experimentó la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Sitúa una relación directa entre el sufrimiento del pueblo al que se dirige y los sufrimientos de Cristo, identificado como el Siervo Sufriente de Isaías. El sufrimiento de Cristo se pone como ejemplo. Ser paciente en el sufrimiento y el sometimiento era una forma de evangelizar con la propia vida y resistir. La resurrección de Jesús es fuente de esperanza y fortaleza para los que sufren.
El Evangelio de Juan (Jn 10,1-10) fue escrito entre los años 85 y 100. Periodo en el que los heraldos de Jesús sufrían muchas persecuciones a causa de la expansión del Evangelio. La persecución procedía tanto de los emperadores romanos como del propio judaísmo, que se estaba reorganizando. En este contexto, se hace una nueva lectura de las palabras de Jesús.
El texto de la liturgia de este domingo se encuentra en el Libro de los Signos, término utilizado en el 4º Evangelio, considerando que las acciones de Jesús son signos que indican cómo debemos participar en la misión de Jesús en la vida cotidiana y en las tradiciones judías de la época: Puerta , Pastor y Oveja, además de la palabra impronunciable para ellos: “Yo Soy”.
La puerta de las ciudades de la antigua Judea era el lugar de gran afluencia del pueblo, donde se hacían negocios y se llevaban a cabo los juzgados, eran lugares de decisiones.
Las ovejas, mientras pastaban durante el día, eran atendidas por los pastores. Por la noche, todas las ovejas de la región eran conducidas al corral, donde eran custodiadas por un porteador. Por la mañana llegaron los pastores y llamaron a las ovejas y ellas, reconociendo la voz de su pastor, salieron por la puerta y lo siguieron. Los ladrones, por el contrario, abrieron agujeros en la pared del corral, robaron y mataron las ovejas.
El término puerta de las ovejas está relacionado con el capítulo 5 de Juan, cuando Jesús se encuentra con el paralítico y lo sana. En esa puerta había muchos enfermos, discapacitados y mendigos, ya que estaba situada cerca del estanque de Bethesda, cuyas aguas se consideraban curativas. También por esta puerta se conducía a las ovejas para el sacrificio en el templo, de ahí el nombre Porta das Ovejas.
Jesús, utilizando la metáfora de una puerta, quiere decir que él es la puerta por la que deben pasar las ovejas para tener acceso a la vida, no a la muerte. Los que escuchan su voz lo siguen porque lo reconocen como el pastor de su vida. Jesús siendo la puerta de las ovejas quiere librarlas de la muerte y conducirlas a la vida y a la vida en abundancia. El pastor camina delante de sus ovejas, mostrándoles el camino, protegiéndolas y dando la vida por ellas.
Jesús mismo garantiza que él es la puerta. Tanto los pastores como las ovejas deben pasar por esta puerta. Quien entre al corral por esta puerta encontrará protección y seguridad, y quien salga encontrará pasto y vida en abundancia. Y este corral es comunal, acoge a todos sin distinción, porque vino para que todos tengan vida, y la tengan en abundancia.
Jesús es la puerta que da acceso a la vida. También estamos llamados a ser puertas que lleven a las personas a la vida, y también a reconocer y agradecer a cuantas personas fueron puertas en nuestra propia vida.
Hermana Nádia Lucia Cotta