“Construir el Reino de Dios es mantenerse firme en la fe y en la solidaridad”.

Estamos en el Domingo 33 del Tiempo Común, penúltimo del Año Litúrgico. La liturgia nos invita a reflexionar sobre nuestra finitud. El lenguaje apocalíptico, que impregna todas las lecturas, propone un camino a seguir como Iglesia. Cogidos de la mano, buscando construir el Reino de Dios, vemos enfrentamientos, persecuciones, pruebas, dificultades. Sin cruzarnos de brazos, confiamos en la certeza de que la luz vencerá y no habrá más pobreza ni sufrimiento de ningún tipo.
Hoy también celebramos la VI Jornada Mundial de los Pobres donde palabras como esperanza, fe y Reino de Dios traen a un Padre liberador que nunca abandona a sus hijos e hijas.

En la primera lectura (Mal 4,1-2) nos encontramos con Malaquías, que no es un nombre propio, y significa “mi mensajero”. El período de su acción profética es el post-exilio, entre el 480 y el 450 aC, período en el que el pueblo vive un tiempo de desánimo e incertidumbre y con la confianza en Dios quebrantada. Están llamados a asumir su historia y su vida, con cambios radicales, para ser dignos de participar en el “Día del Señor”. El abismo sin fin, retratado en el momento presente, no debe ocultar la esperanza de la acción liberadora de Dios que sigue aconteciendo todos los días y todos los días de nuestra vida. Como en el texto, a través de la figura del fuego que hace que un árbol se convierta en ceniza, simbolizando el destino de todo lo que es malo, también debemos creer que en el ahora sucederá lo mismo.

El salmo 97 es de alabanza y trae las maravillas que Dios ha hecho y sigue haciendo por la humanidad.

En la segunda lectura (2 Tes 3, 7-12) vemos a los tesalonicenses como una comunidad de fe entusiasta, comprometida con la Buena Nueva de Jesús, incluso en medio de la persecución. El texto revela situaciones delicadas en la vida de la comunidad; algunos, conscientes de la venida del Señor, deciden cruzarse de brazos en una vida ociosa, sin preocuparse por buscar el sustento diario, descuidando así sus tareas comunitarias. Ser seguidor de Jesucristo es comprometerse a construir el Reino cada día.

¿Cómo es su esfuerzo diario para hacer realidad esta verdad? Para ser verdaderamente cristianos es necesario que todos, sin excepción, participen de la vida comunitaria: proponiendo, actuando, ensuciándose las manos. ¿Estoy siendo un “participante” o un mero aprovechador, oyente, consumidor pasivo de la fe?

En el Evangelio (Lc 21,5-19), escrito quizás hacia los años 70-80, vemos el discurso escatológico de Lucas, que se desarrolla próximo a la pasión. Trae imágenes de los últimos tiempos. También recuerda etapas de la historia de la salvación como: la destrucción del templo, el papel de la iglesia y la instauración del Reino de Dios. En sus enseñanzas Jesús habla de guerras, terremotos, pestilencias, etc. Es un aviso sobre persecuciones, falsos profetas y dificultades que hay que afrontar y que vendrán de todos lados. Muchos profetas de fatalidad estuvieron y están presentes hoy y es posible identificarlos. Ante este escenario, la recomendación de Jesús es discernir, buscar comprender e interpretar las señales.
El Templo ya no existía en este momento, y con la destrucción de la ciudad, los judíos se vieron obligados a huir a diferentes lugares. Jesús profetiza dando esperanza a los cristianos.

Este texto es, de hecho, un discurso sobre el camino que debemos recorrer para alcanzar una nueva vida. Las dificultades y los enfrentamientos entre bandos opuestos harán florecer la vida. Anima a los discípulos ya nosotros a permanecer fieles y seguros de que Dios está del lado de los más pobres.

La Iglesia de Brasil realiza estos días el 18º Congreso Eucarístico Nacional en Recife, con el tema: “¡Pan en cada mesa! 🇧🇷 Es una realidad que falta comida en la mesa de los pobres. Que el pan sea compartido con alegría y que la Comunión del Pan Eucarístico se convierta en vida, con la responsabilidad de poner el alimento en la mesa de todos y especialmente de los pobres.

Hoy también recordamos el Día de los Pobres. Como iglesia, familia, persona de fe y acción, estamos comprometidos con nuestros hermanos y hermanas para transformar sus vidas. En su mensaje de hoy, el Papa dice: Solidaridad: “Compartir lo poco que tenemos “Cuanto más crece el sentido de comunidad y comunión como forma de vida, más se desarrolla la solidaridad”. Para Francisco, la solidaridad es ciertamente compartir lo poco que tenemos con los que no tienen nada, para que nadie carezca ni sufra.

¿Cómo es su compromiso con los más pobres? ¿Qué has hecho específicamente por ellos? “En caso de duda, pongámonos del lado de los pobres”, dijo Dom Pedro Casaldáliga. Pero para nosotros no debe haber duda, sino certeza, al hacer esta elección. Esta actitud mostrará que, de pie y continuando en la construcción del Reino de Dios, hemos elegido al mejor y más verdadero testimonio de nuestra fe en Jesús Resucitado.

Terminaré citando una vez más lo que dijo santa María Eugenia el 12/1882: “Es precisamente en este momento cuando debemos pedir a Dios que venga su Reino… Diría ante todo su reino social. Quizás el reino de Dios nunca ha sido tan desconocido como ahora. A pesar de todo, no es momento de desanimarse…”

Hermana Maristela Correia Costa – Itapuranga-GO

 

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