“La Palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón”
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón… ya tu prójimo como a ti mismo”.
Las lecturas de este domingo nos hablan del camino de vida que Dios ofrece para todos nosotros.
La primera lectura, del libro del Deuteronomio (Dt 30,10-14), es un texto de la época del exilio y es una catequesis para el pueblo judío. El autor quiere recordar al pueblo exiliado los compromisos que hizo con Dios cuando estuvo en el desierto, guiado por Moisés. Es una reflexión sobre el camino de vida plena ofrecido por Dios. El camino de la vida es amar a Dios con todo el corazón y el alma y aceptar sus mandamientos. Este camino está al alcance de las personas y para llegar a él sólo es necesario meditar, actuar y orientar la vida según los mandamientos.
La segunda lectura, de la Carta de Pablo a los Colosenses (Col 1, 15-20), nos muestra que el centro de nuestra fe es Jesús. Él es la imagen de Dios y el redentor de la humanidad.
El texto del Evangelio de Lucas (Lc 10,25-37) se inserta en la subida de Jesús a Jerusalén con sus discípulos.
En el camino Jesús es interrogado por un legista, especialista en derecho judío, con el objetivo de ponerlo a prueba, preguntándole qué hacer para heredar la vida eterna. Jesús le responde con otra pregunta: “¿Cómo lees la ley?” El legista responde con una frase del Shema, la oración principal del judío, rezada por él todos los días. Jesús lo felicita por su respuesta, pero para aclarar, pregunta: “¿Quién es mi prójimo?”. Para el judío, el prójimo es el israelita. Entonces, para explicar, Jesús le cuenta una parábola. Se trata de un hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó. El hombre fue asaltado, golpeado y dejado medio muerto por los ladrones. Este hombre no tiene nombre.
Entonces dos personas: un sacerdote y un levita (persona que se dedicaba al servicio en el templo) pasan por el mismo camino, ven al hombre, pasan por el otro lado. Poco después, un samaritano llega por el mismo camino. Se acercó, vio y tuvo compasión del herido. Se acercó, curó sus heridas, lo montó en su propio animal y lo llevó a una pensión para cuidarlo.
El samaritano actuó movido por la compasión, acercándose y cuidando a los heridos, a diferencia del sacerdote y el levita que se distanciaron del hombre por temor a ser contaminados.
Después de contar la parábola, Jesús le pregunta al legista: “¿Quién de los tres crees que fue prójimo del hombre que cayó en manos de los ladrones?” Él responde: “El que le mostró misericordia”.
Con la parábola, Jesús nos muestra que el camino para llegar a Dios es el prójimo. Nos encontramos con otros en el camino y somos nosotros los que nos acercamos unos a otros.
La parábola nos enseña que el samaritano, considerado impuro, estaba abierto al amor compasivo, por lo que se acerca al hombre caído en el camino. Nos enseña también que ante el sufrimiento la verdadera reacción es la misericordia.
El texto de Lucas termina con una orden de Jesús al legista y a nosotros: “Ve, y tú también haz lo mismo”. En otras palabras, en el seguimiento de Jesús debemos hacernos cercanos a los demás, cuidando y defendiendo la vida amenazada, moviéndose desde la compasión.
Las lecturas de este domingo nos interpelan: ¿Acojo y pongo en práctica las enseñanzas de Jesús? ¿Busco tener una mirada compasiva hacia los que sufren? ¿Está mi acción de acuerdo con el amor misericordioso?
Hermana Nádia Lúcia Cotta – RA
Belo Horizonte – Brasil