La liturgia es escuela de vida. La Iglesia nos ofrece diariamente una guion de ruta para que podamos descubrir las llamadas que el Señor nos hace a lo largo de nuestra existencia. La liturgia dominical, pues, nos pone aún más enérgicamente en este camino.

En cuanto a los Tiempos Litúrgicos, ahora estamos en lo que llamamos “Tiempo Ordinario”. El nombre no hace justicia a la importancia de este tiempo litúrgico en el que acompañamos el camino del pueblo cristiano que sigue las huellas de su Señor y Maestro, Jesucristo. Podemos decir que el Tiempo Ordinario es el tiempo del discipulado. Con esta palabra no designamos al grupo de los apóstoles, pues no es éste su significado, sino el acto de hacerse cada vez más profundamente discípulos de Jesús.

¿Y qué es un discípulo? “Discípulo” no es sinónimo de “estudiante”. Por más difícil que sea, un alumno siempre será un alumno, atento a asimilar los conocimientos transmitidos por su maestro. Ser discípulo es de otro orden… Ser discípulo es ser seguidor de alguien que se elige a sí mismo como Maestro de Vida, alguien a quien se admira profundamente y cuya forma de ser, de pensar, de actuar -de vivir, en fin- nos quiero tomar el control también.

El tiempo ordinario está sembrado de fiestas de los santos. Son nuestros hermanos y hermanas que han pasado por esta Tierra nuestra y que nos dejan un ejemplo de seguimiento de Jesús. Cada uno, cada uno, en su tiempo, en su lugar, en su cultura, con su forma de ser, trató de vivir concretamente las palabras del Evangelio. El Tiempo Ordinario nos cuenta sus historias y nos invita a escribir también las nuestras, acompañándolos en este camino de esperanza -las vestiduras verdes…- de llegar con ellos al Reino definitivo.

Veamos entonces lo que nos dice este XIII Domingo del Tiempo Ordinario al respecto:

La Primera Lectura, tomada del Antiguo Testamento, nos habla de la vocación de Eliseo. Eliseo fue un profeta que sucedió al gran Elías. En el texto que escuchamos hoy, Elías fue el instrumento de Dios para llamar a Eliseo y hacerle descubrir su misión. Hasta entonces agricultor, Eliseo comenzó a seguir a Elías y lo sucedió en la misión de profeta.

No siempre somos conscientes desde temprana edad de la misión que Dios tiene reservada para cada uno de nosotros. Santa María Eugenia, nuestra Fundadora, dice que cada persona tiene una misión en la Tierra. Y tiene razón… Dios nos hace sus colaboradores para que su plan se lleve a cabo. Y el plan de Dios – lo sabemos por Jesús – es el Reino. Ahora el Reino no se establece por sí mismo. El Reino se va dando a medida que las personas comienzan a vivir de acuerdo a sus valores, los valores que Jesús vino a enseñarnos: la verdad, la justicia, la fraternidad, el amor…

La misión de todo cristiano es ser constructor del Reino. El Reino es de Dios, es su don. Por eso lo pedimos cada vez que rezamos el Padre Nuestro: “Venga tu reino”. Pero el Reino es también obra nuestra al convertirnos y vivir según sus valores. Partiendo de la figura de Eliseo, que descubrió su misión a través de la acción de Elías, reflexionemos sobre los acontecimientos o personas que nos pueden estar indicando lo que Dios nos pide como misión. Y demos gracias a Dios por estas “señales luminosas” en nuestra vida.

La Segunda Lectura, de la carta de San Pablo a los Gálatas, trae una afirmación y un consejo de gran valor para cada uno de nosotros. La declaración es fuerte. Pablo dice: “Sí, hermanos, a libertad fuisteis llamados” (Gal 5,13). La libertad es el gran don que Dios nos hace, signo de la dignidad de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios. La libertad es un regalo que conlleva una enorme responsabilidad. ¿Cómo estamos viviendo nuestra libertad?…

Hay muchas situaciones de la vida que en parte limitan el ejercicio de nuestra libertad, ya que reducen nuestras posibilidades de elección. Aquí, sin embargo, Pablo se refiere a nuestra libertad interior, nuestra capacidad de autodeterminación. El rumbo que quiero tomar con mi vida es mi libre elección, aunque la realización de ese rumbo puede estar sujeta a las circunstancias en las que vivo.

Pero Pablo da un precioso consejo en este mismo texto: “Haced según el Espíritu” (Gál 5,16). En medio de tantas opciones, puedo engañarme fácilmente. Pero si elijo libremente ponerme a disposición de la inspiración del Espíritu Santo, estaré en el camino que Dios quiere para mí. ¿Cuándo tengo que tomar una decisión, cuándo tengo que elegir, a quién busco consejo? Esta es una pregunta que debemos hacernos… Y, como cristianos que somos, no hay mejor consejero que el mismo Espíritu de Dios…

El texto del Evangelio de hoy pone ante nuestros ojos algunas decisiones. Dentro de la línea temática de los textos de hoy, fijémonos con especial atención en el primer verso del texto. Este versículo dice que “llegaba la hora de que Jesús fuera llevado al cielo. Así que tomó la firme decisión de partir para Jerusalén” (Lc 9, 31). Llamo la atención sobre la palabra “entonces”. Introduce una consecuencia en relación a lo dicho anteriormente. Jesús siente que su misión aquí en la tierra está llegando a su fin. No es difícil percibir el clima de oposición a su predicación que se apoderó del corazón de los encargados de conducir al pueblo… La lectura de los evangelios nos muestra cómo la oposición a Jesús es cada vez más fuerte y violenta… Jesús lo sabe en Jerusalén está la sede del poder. Sabe que es desde allí que se intenta desacreditarlo ante la gente, desvirtuar su mensaje, encontrar la forma de arrestarlo, de poner fin a su predicación… Es consciente de todo esto… Y sin embargo toma la “firme decisión” de partir hacia Jerusalén…

Jesús está viviendo en una situación límite. Su vida y su misión están íntimamente unidas por el hilo de su fidelidad al Padre. Jesús no va a “endulzar” su mensaje para salvar tu vida. Nuestros hermanos y hermanas mártires de ayer y de hoy se inspiraron en esta actitud de Jesús para permanecer fieles a la misión ya su fe, incluso a riesgo de sus vidas. Y, como Jesús, “se pusieron en camino hacia Jerusalén”…

No todas las decisiones se toman en un contexto tan cargado de consecuencias como este, en el que Jesús decide ir a Jerusalén, pero es importante entender que pueden darse situaciones extremas. Más que nunca, en situaciones como estas, es importante estar atentos, atentos, para percibir hacia dónde nos puede estar impulsando el Espíritu…

A medida que nos acostumbremos a estar atentos a las llamadas de Dios, en actitud de disponibilidad, nos resultará más fácil identificar las respuestas que él espera de nosotros. Y entonces, sí, podremos hacer nuestras, plena y verdaderamente, las palabras del salmo de la liturgia de hoy:

“¡Guárdame, oh Dios, porque en ti me refugio!
Digo al Señor: ‘Tú solo eres mi Señor: 
¡Ningún bien puedo encontrar fuera de ti!
(……)
Tú me enseñas tu forma de vida; 
Contigo, felicidad sin límites,
¡Delicia y gozo eternos a tu lado!” 
(Sal 15 (16), 1-2 a.11)

Hermana Regina Calvacanti RA

Brasília – Brasil

Leia Mais

22º Domingo del Tiempo Común
03 de septiembre de 2023

“¡Toma tu cruz y sígueme!” La liturgia de hoy es una llamada para nuestra

21º Domingo del Tiempo Ordinario
27 de agosto de 2023

“Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las fuerzas del

SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO APÓSTOLES
02 de julio de 2023

Celebrar a los santos es practicar sus enseñanzas y seguir sus testimonios de fe.

11º DOMINGO DEL TIEMPO Común
18 de Junho de 2023

Escuchar la voz de Dios y guardar Su alianza La liturgia de Domingo

Solemnidad de la Santísima Trinidad
4 de Junio de 2023

La Trinidad es la comunidad que genera vida Este domingo, la iglesia celebra

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *