Celebramos la Ascensión del Señor, el inicio de una nueva forma de ser presencia viva entre nosotros. Cristo nos abre el camino y llama a cada persona a ser su testigo, discípulos misioneros, a ser una iglesia en salida. En este Día Mundial de las Comunicaciones, se hace una invitación a escuchar la voz de Dios “con los oídos del corazón” en todas las situaciones.

La narración de los hechos de los apóstoles (Hch 1,1-11) transcurre alrededor de los años 80 y el escenario es de monotonía, poco compromiso y mediocridad por parte de las comunidades. Cierta frustración, entusiasmo y compromiso están presentes en la vida cotidiana. Pero el autor nos recuerda que es la iglesia, guiada por el Espíritu, la que será protagonista de ahora en adelante, en el proyecto liberador dejado por Jesús. Esto exige el compromiso de todos para construir el Reino de Dios.

La Ascensión se celebra cuarenta días después de la Pascua. Vale recordar que el número cuarenta, en su simbología, puede ser utilizado para definir el tiempo que necesitas para aprender y poner en práctica la enseñanza de las lecciones aprendidas del maestro.

En las palabras de Jesús, la promesa del Espíritu Santo puede verse como testigo hasta “los confines de la tierra”. Cuidado con pensar literalmente en la elevación de Jesús, que subió a los cielos como un zángano. Es una forma de expresar simbólicamente a este Jesús que fue exaltado; describir de manera literaria, una vida glorificada que vive en comunión con el Padre.

La actitud de los discípulos mirando al cielo nos quiere alertar sobre el sentido de la ascensión: no olvidarlo todo, extasiados con la subida de Jesús al cielo. Ahora, está mirando al horizonte, a la tierra. Con los pies en la tierra,. en realidad donde la misión debe dar continuidad a la construcción del Reino aquí y ahora.

También para Santa María Eugenia, el Reino es la realización del plan de Dios, en nosotros y en el mundo, y tiene una dimensión social. En el Reino de Dios somos Sus hijas e hijos y hermanos unos de otros. El gran anhelo de Santa María Eugenia era precisamente este: Trabajar por la extensión del Reino de Dios. Cree que “los medios para la llegada del Reino son la búsqueda de los derechos de Dios y de los derechos humanos, la ciudadanía y la organización y solidaridad de los pueblos, la lucha en defensa de la vida. ”

En la segunda lectura (Ef 1,17-23), la carta a los Efesios nos dice que las diversas iglesias de Asia Menor, hacia el año 58/60, estaban muy atentas a su realidad; cuando estamos en comunión, en solidaridad con nuestros compañeros de camino y miembros del mismo cuerpo, alcanzamos la vida plena como el mismo Cristo.

El envío de Jesús es para todas las naciones. Se deben superar los obstáculos que puedan presentarse, ya sean fronteras, razas, culturas, pueblos, etnias, credos. A veces ignoramos el alcance de la misión que Jesús nos pidió a cada uno de nosotros. Por lo tanto, es urgente tomar conciencia de esta responsabilidad. Aprende con tus palabras, tu escucha, tu vida entregada en alegría. Haz mío también este itinerario; frente al desafío del mundo actual, a la luz de las enseñanzas del maestro. Aunque hoy, cuando acciones como el perdón, la misericordia, los servicios desinteresados ​​están en desuso.

En el Evangelio (Lc 24, 46-53), Jesús da a sus discípulos ya cada uno la tarea de ser su testimonio y de continuar aquí su proyecto liberador. ¿Cómo es tu desempeño en esta misión encomendada por Jesús? ¿Cómo es tu testimonio? Por supuesto, es más fácil mirar hacia arriba que mirar alrededor y ver lo que no quieres: problemas, pobreza, derechos negados, hambre, explotación, homofobia, etc. ¿Te cuestiona esta realidad? ¿Qué haces?

El testimonio también se puede vivir cuando escuchamos. “Escuchar con la voz del corazón”, es el mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de este año. Escucha la realidad, la vida, los llamamientos, todo el bien que se hace. Escucha, escucha, escucha. Escucha al otro, al otro, que está frente a ti, cara a cara, ojo a ojo. En un mundo tan ruidoso, este instrumento, “el oído”, puede, si queremos, transformar muchas realidades. ¿Cómo está tu escucha? ¿Se puede practicar a diario?

Que, esperando la llegada del Espíritu Santo, podamos cumplir el pedido de Jesús, de testimoniar el Evangelio, en nuestra “pequeña esfera”, a nuestro alrededor, siendo “una iglesia en salida”. Salid hacia los que son los predilectos de Jesús. ¿Quiénes son? Nunca está de más recordar. Son drogadictos, mujeres maltratadas, negros, vagabundos, jóvenes marginados, desempleados. ¿Cuándo fue la última vez que viste a este hermano tuyo, a esta hermana tuya? ¿O sigues mirando hacia arriba y no los notas a tu lado?

Celebrando la Ascensión de Cristo, nos comprometemos con la cabeza y el corazón en la misión de gastar nuestra vida por el Reino cuyo testimonio es una tarea diaria. Entonces, piensa en al menos una acción que puedas hacer diariamente con este objetivo en mente. Con gestos tan sencillos veremos acontecer los signos del Reino de Dios y renovar nuestra esperanza.

Hermana Maristela Correia Costa RA – Itapuranga-GO

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